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Tarifa quedó entonces en manos castellanas y su defensa se encargó a Alonso Pérez de Guzmán. La amenaza benimerín fue, sin embargo, constante y en 1294 serían las tropas norteafricanas las que se presentarían frente a las murallas de Tarifa y a pesar de la dureza del asedio la ciudad resistió. Ocurrió en este asedio que los benimerines capturaron al hijo de Alonso Pérez de Guzmán y ofrecieron a este liberarlo a cambio de la villa. Según las crónicas de la época, el defensor de Tarifa se negó a entregar la ciudad y ofreció su propio puñal para matar a su hijo.
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